lunes, 22 de junio de 2009

NUEVAS EXPERIENCIAS

Había un ambiente muy variopinto. Grupos con grandes inquietudes políticas de todos los signos. En los cafés del Barrio Latino se dilucidaban todos los temas, lo divino y lo humano, Era habitual terminar a las siete de la mañana de tertulia por las orillas del Sena. Era un ambiente muy frecuentado por gente de aquí, de este lado de la frontera. En este tiempo que viví en París absorví todas las esencias que me ofrecía la Ciudad Luz. Con la llegada del verano volví a San Sebastián donde comencé otra etapa creativa. Celebré una exposición en Fuenterrabía en la época en la que veraneaba toda la plana mayor del Foro, ministros, artistas, aristocracia... Fue un éxito, ya que se vendió toda la exposición.

Solía pintar mucho paisaje, pues viajaba siempre en furgoneta, donde instalaba mi estudio. En uno de esos periplos me acerqué a Tomelloso (Ciudad Real), pues allí residía Antonio López Torres, que me había causado una gran impresión tras ver la exposición que había celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid., tío carnal y maestro de Antonio López, el famoso pintor hiperrealista contemporáneo mundialmente conocido. Me presenté en su residencia y como no me conocía me pidió que pintara un cuadro de la llanura de al lado de su casa y volviera con él mismo resuelto. Ahí empezó una amistad importantísima para mí, pues representaba otro de los grandes maestros de los que tuve la suerte de conocer. Pasaba cierto tiempo en Tomelloso e íbamos a pintar las viñas en la llanada manchega, asombrándose de lo rápido que yo pintaba. Así, en diferentes temporadas, iba a pintar con él que disfrutaba con las salidas al campo que realizábamos en mi furgoneta.

Alternaba mis estancias en mi estudio de San Sebastián con mis viajes, ya por Castilla, el Mediterráneo y Europa. Me empapé del Renacimiento Italiano durante mi estancia en Florencia; de allí me fui a Rávena, matriculándome para aprender la técnica del mosaico. Más tarde Roma, Nápoles... Otro destino favorito de mis correrías fue Ámsterdam, donde podía visitar a Rembrandt, Vermeer, Van Gogh...

Un buen día, en San Sebastián, me encontré con un amigo mío pintor residente en Paris al que pregunté qué ofrecía de interesante la capital francesa en ese momento. Resultó que tenía amistad con la condesa de Torremora, fundadora del Centro Internacional de Estudios Latinos (C.I.E.L.), que me invitó a su casa al mismo tiempo que me preparaba una exposición en la Casa de España en Paris, recién inaugurada por los entonces Príncipes de España. Fue un gran éxito la muestra, a la que la condesa invitó a toda la aristocracia parisina. De ahí surgió la preparación de la exposición que más tarde celebré en la U.N.E.S.C.O. ya que la prensa parisina especializada realizó una crítica muy importante.

viernes, 19 de junio de 2009

LAMENTO LA TARDANZA

Las ausencias por viajes, el intentar poner orden en mi obra que tenía desperdigada entre mis estudios del Bearn, al sur de Francia, y de San Sebastián, sumado a una cierta indolencia propia de mi condición bohemia, han posibilitado que, como muchos suponían cuando les anuncié su aparición, haya dejado abandonado el blog durante casi cinco meses.


Ya sé que las buenas voluntades hay que cumplirlas, y que el hecho de verbalizarlas, simplemente, no garantiza nada, pero a día de hoy la mía es continuar donde empecé y seguir, poco a poco, con mis vivencias en torno al mundo de la pintura y el arte en general. Esta vez, espero, que mi próximo post no se haga esperar tanto. Gracias por vuestra paciencia y vuestras visitas.

miércoles, 28 de enero de 2009

ME PRESENTO

Al terminar el bachillerato inicio en Madrid los estudios de Arquitectura. Encuentro un ambiente intelectual muy propicio a la realización plena de mi personalidad. En dos años asimilo los conceptos de los problemas arquitectónicos que no satisfacen plenamente mi capacidad creativa al tener las limitaciones propias de una actividad cuya proyección es fundamentalmente práctica.

Decido dedicarme a la pintura ya que al tener que estudiar el dibujo en profundidad, como lo exigen los estudios de arquitectura, descubro el misterio de la creación plástica que me ofrece un ámbito mucho mayor al despliegue de mi imaginación.

Tomé contacto con el pintor Vázquez Díaz con el que mantuve conversaciones. Un verano recibo clases en San Sebastián de Ascensio Martiarena, gran artista impresionista, que me inicia en la práctica del óleo.

Vuelvo a la Villa y Corte y, por recomendación de Vázquez Díaz, el pintor Pepe Caballero me orienta, ampliando mi experiencia en el dibujo. Coincidí en su estudio con la duquesa Cayetana de Alba que, así mismo, aprendía a pintar bajo los auspicios del artista onubense. Más tarde, Cayetana, me dedicaría en catálogo para una exposición que iba a celebrar en Madrid bajo su patrocinio.

Después de mis estudios con Caballero, continué mi aprendizaje con Pedro Mozos, profesor en aquel tiempo de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, con quien asimilé otra forma de interpretar la plástica. Al mismo tiempo frecuentaba el Círculo de Bellas Artes, donde existía un aula en la que podían encontrarse modelos para pintar y dibujar desnudos. Allí conocí un profesor, Pérez Vivo, que amplió mis conceptos del dibujo y mi visión de la composición.

En una exposición que celebraba Pancho Cossío en el Ateneo, me presenté a él comentándole uno de sus cuadros, sobre como lo había realizado y la técnica empleada en el mismo. Se sorprendió e inicié una amistad tan fructífera, o tal vez más, que con los anteriores, descubriéndome todos los misterios de una tradición que bien podría remontarse a tiempos del Renacimiento, pues pintaba con pigmentos y aceites que él mismo elaboraba. De igual manera me movía en el ambiente intelectual del Foro, lugares como el Café Gijón, donde conocí a otros pintores de la Escuela de Madrid, entre ellos a Manolo Conde, poeta, pintor y crítico de arte, componente de el Grupo El Paso. A través de Conde conocí a Antonio Saura y a Rafael Canogar que, en ese momento, marcaban la vanguardia de la pintura, yo diría que a nivel mundial. También tuve la suerte de conocer al músico Luis de Pablo, que en aquella época experimentaba con la música concreta.

Mi espíritu inquieto y mi afán de descubrir me llevó a instalarme en Ibiza, encontrando en la isla un ambiente propicio a la creatividad y artistas de diversas nacionalidades, entre ellos al pintor donostiarra José Antonio Sistiaga, que se movía por los derroteros de la pintura abstracta, entablando con él una gran amistad. En las Pitiusas realicé, un poco, todo el itinerario de mi quehacer pictórico: del realismo impresionista a la que yo llamo la síntesis, que en última instancia acaba en la abstracción, siendo una época muy fructífera.

De Ibiza me marché a descubrir Paris, viviendo plenamente la vorágine y los años álgidos de la capital francesa, donde te encontrabas en el Café Deux Magots con celebridades del calibre de Alberto Giacometti, el poeta, pintor y dramaturgo Jean Cocteau, e incluso Pablo Picasso cuando abandonando Cannes se daba un garbeo por la Ville Lumiere. Pero estas y otras muchas más historias podréis leerlas, y se irán desgranando, en próximos y sucesivos posts.